El divorcio y los hijos

La separación o divorcio, aún en los casos de acuerdo y buena relación entre los ex-conyuges, siempre supone una pérdida y uno de los acontecimientos vitales más estresantes. La evolución de la propia vida resulta bastante impredecible e incontrolable, y por lo tanto provoca estrés. Cuando hay hijos por en medio aún se agrava más la situación, dado que hay asignadas unas fechas de visitas, unas responsabilidades compartidas, unos niños que crecen y evolucionan y ello lógicamente inquieta.

¿Qué representa el divorcio para los hijos?

Los niños, como sabemos, apoyan su seguridad y autoestima en la rutina diaria. Ellos necesitan estar seguros de que saben qué ocurrirá mañana cuando se levanten, a quien verán, que cosas están bien, etc. Como es natural, cuando los papás se divorcian esta rutina se rompe, pero dentro de lo posible, los papás han de procurar una nueva rutina. Es importante hablar con el niño y explicarle la situación de la forma más adecuada a su edad, es decir, no pasarse en explicaciones cuando es un niño muy pequeño porque conseguiríamos confundirle. A esta edad captan mejor el tono y la tranquilidad con la que se les habla que las propias palabras.

Los niños que ya tienen 9 o más años precisan más explicación y que se les responda a sus preguntas. Tanto a los pequeños como a los mayores es importante decirles que los dos papás les quieren mucho y que siempre les querrán, que ya verán como todo irá bien.    

Otro aspecto a tener en cuenta, es que los niños a veces se creen culpables por el divorcio. Piensan a veces que sus padres se divorcian porque ellos se han portado mal y les han hecho discutir. Se les ha de aclarar muy bien para que se queden tranquilos.

Uno de los aspectos más importantes es que la pareja, a pesar de que hayan decidido separarse, tengan buena relación y entendimiento para decidir los diferentes aspectos con relación a decisiones que se han de tomar respecto a los hijos. Hay parejas que han decidido separarse, nunca se han comunicado bien y hacen una terapia de pareja que les orienta para encontrar una mejor manera de comunicarse y pactar en beneficio de los hijos.

Este tema tiene relación con la problemática del divorcio o separación de los padres.

Dra. Elisa Urbano
Doctora en psicología y Coach

Divorcio, ruptura y pérdida de trabajo

Divorcio, separación o ruptura de relaciones íntimas

Estos sucesos, cuando se producen en nuestro ciclo vital, provocan situaciones caracterizadas por ser impredecibles, incontrolables, y tener una sensación de pérdida de apoyo social. Según investigaciones de Colmes y Rahe (1967) están situados en 2º y 3er lugar de los acontecimientos vitales estresantes y han sido puestos en relación con el desarrollo de la enfermedad física. Es, por lo tanto importante prestarle la atención adecuada cuando se producen. 

Se trata de una carencia o privación de algo que se ha tenido, y por lo tanto es algo doloroso y que afecta de una manera particular. Procuraremos ver cómo reaccionamos ante esta pérdida y la mejor forma de poder adaptarse a ella. Orientaremos sobre su proceso, así como formas de afrontamiento.  Aunque hay una variabilidad importante, ya que como posteriormente veremos, depende de varios factores. De la personalidad y su forma de afrontar los problemas, de la naturaleza de la relación que se mantenía, de las circunstancias, etc., aunque hablando en general, podríamos decir que se dan una serie de patrones generales de respuesta, cuya duración depende de las variables antes citadas.

Procesos por los que se pasa en estos acontecimientos vitales

–>Conmoción, ira –> Desorganización –> Reorganización gradual 

Este proceso es, como vemos, similar al del que se sigue por la muerte de la pareja, y como sucede en éste, también se puede quedar atrapado en el dolor por la pérdida de la pareja con la que se ha roto. Pero hay una diferencia importante, y es que en este caso interviene la decisión de una de las partes de poner fin a la relación.

Factores que intervienen en la duración de este proceso

Todas las rupturas precisan pasar por el proceso antes citado. Y éste tiene una duración que oscila entre los 6 meses y los 2 años, aproximadamente, dependiendo de varios factores:

Según la personalidad

El rasgo de personalidad (tendencia a comportarse de una manera particular a lo largo de una serie de situaciones) influye enormemente. 
o Sensibilidad. En el aspecto emocional hay personas que sienten las cosas, tanto las alegrías como las tristezas de forma muy profunda, mientras que otras tienen vivencias más superficiales

En el aspecto cognitivo

Hay personalidades que, como habitualmente se dice “se comen el coco”, es decir, entran en una espiral de pensamientos catastróficos que les inmovilizan y no pueden ver con claridad, mientras que otros con más conocimiento de sí mismos y del proceso por el que están pasando saben darse tiempo.

Recursos propios

El nivel alto de autoestima o confianza en sí mismo ayudará a no tener pensamientos autodestructivos ni de acontecimientos catastróficos.
Forma de afrontar los problemas: Tienen ventaja las personas que saben hacer una evaluación de la situación, y posteriormente una valoración de los recursos propios para hacer frente y controlar la situación. Buscan, por ejemplo, apoyo emocional, etc. 

Grado o importancia de la relación

La implicación, el grado de intimidad, la fase en la que se encuentra (sobre todo si la relación se ha ido enfriando), el grado de pérdida que se siente puede oscilar mucho.

Apoyo social. Es indudable que una persona que cuenta con amigos o familiares que le quieren y le entienden, con los que puede expresar sus sentimientos más profundos, y con los que se siente apoyado y comprendido, constituye un elemento decisivo para amortiguar el dolor.

¿Cómo termina una relación?

En algunas ocasiones, la ruptura se discute durante años, y en otras llega repentinamente, cuando menos se lo espera uno de ellos, por la decisión del otro miembro de la pareja que puede llevar meses o años examinando la posibilidad de ruptura. Aunque lo normal es que se produzcan quejas y enfados, seguido de un distanciamiento en el que ambos se dan cuenta de que entre ellos hay problemas.
Dependiendo de la forma de ruptura, la persona que la inicia acostumbra a sentir culpa, y la otra parte se siente traicionada, con una gran carga de ira.  

Lo más recomendable es una ruptura “limpia”, es decir, que no haya contacto de ninguna clase, al menos en un principio, ya que cuando se vuelve a hablar, ver o tener relaciones con la ex-pareja, esta fase retrocede a la anterior y se alarga.

Se vuelve a experimentar la soledad y tristeza, por el recuerdo de la parte positiva de la relación, es decir, se vuelven a recordar las pérdidas, especialmente por parte del miembro de la pareja que ha sido dejado. Aumenta la irritación por el recuerdo de lo que fue mal. Por este motivo, el otro miembro habría de ser honesto y permitir una ruptura lo más limpia posible. 

Quedamos como amigos… 

Es una frase que se acostumbra a decir, especialmente por parte del miembro que corta la relación. 

Tengamos en cuenta una cosa: para que se pueda dar una relación de amistad sin connotaciones sexuales, ninguno de los dos miembros ha de sentir atracción por el otro. Es el caso, por ejemplo, de las parejas que su amor se ha ido enfriando, pero siempre se han respetado, de tal forma que no sienten deseos de estar íntimamente con el otro, pero sí le entienden y confían en su honestidad. Pero en el caso de que el enfriamiento se haya producido solamente por una parte, ésta ha de ser lo suficientemente honrado para no mantener “enganchado” al otro miembro y dejarlo en libertad para que pase su proceso de la mejor forma.

Hay muchas ocasiones en las que cortar sin tener contacto es difícil, especialmente cuando hay hijos por en medio. En estos casos prevalece el interés de los niños y es sano tener una relación de educación y “respeto”, tanto para la pareja como para los hijos, sin crear confusiones ni vanas expectativas en los niños, ni tampoco utilizarlos como arma arrojadiza por parte de los padres. Pero, en todo caso, ayuda al proceso de reorganización gradual el tener el menos contacto posible, al menos hasta que haya pasado un tiempo prudencial.

¿Por qué no me funciona ninguna relación desde que corté con “tal”?

Sabemos que después de una ruptura entra una especie de urgencia por “rehacer tu vida”. Pero te recomendamos que no te exijas tanto a ti mism@ y te des tiempo para pasar tu proceso de ruptura, te reorganices. No te apresures, cuando sientas que ya tienes el corazón libre ya podrás iniciar nuevas relaciones. 

Perdida de trabajo

En la actualidad se da bastante a menudo esta situación. También se trata de una pérdida que puede depender de las posibilidades de encontrar un nuevo puesto de trabajo similar.

Puede ocurrir que éstas personas estén en una edad en la que se han de reciclar para poder incorporarse a otra empresa. Por lo tanto, al igual que un divorcio o ruptura, también se pasa por los acontecimientos vitales citados (Ver más arriba), ya que hay factores que facilitan o dificultan su resolución.

Por ello, también depende de la personalidad de quien lo padece, ya que puede ser una persona tímida a la que le cueste mucho la interacción social, algo imprescindible para la búsqueda de empleo.

De forma que este acontecimiento vital puede provocar mucha ansiedad y estrés a quien lo padece.

Tanto el divorcio y rupturas, como un problema laboral provoca estrés y ansiedad, ya que es un acontecimiento vital altamente estresante, y además duradero. La relajación también ayuda, ya que se aprende a respirar. Por ello es bueno orientarse sobre estos temas.

Dra. Elisa Urbano
Doctora en psicología y Coach