Amor

¿Qué es el amor?

El amor significa respeto. La palabra “respeto” deriva del latín “respicere”, que significa mirar. El respeto no es un deber moral, sino un movimiento interior espontáneo que demuestra el amor que se siente. Es la capacidad  de ver a la persona tal y como es, es ser consciente de su unicidad, es desear verla desarrollarse conforme a sus propios deseos y caminos y no conformarse a nuestros planes.  De lo contrario eso no es amor, es explotación.

La gratitud también es una faceta inevitable del verdadero amor. Cuando se es feliz con alguien, se siente gratitud hacia esa persona, no tanto por un determinado gesto o unas palabras, sino simplemente por el hecho de que exista y de que nos ofrezca la posibilidad de vivir toda esa dicha.

De hecho, toda emoción no expresada es susceptible de interferir en la libre circulación del amor. Esto lo hemos de tener muy en cuenta, ya que si callamos por comodidad una y otra vez nuestros sentimientos, estos se encallan y  no dejamos que circule libremente el amor. 

Respeto por ti mismo 

La consideración de los demás debe fundamentarse en un profundo respeto por nosotros mismos. En ocasiones nos tratamos como si fuésemos nuestros peores enemigos: devaluándonos, descontándonos, o permitiendo que en nuestras relaciones nuestros propios deseos se mantengan  en clara desventaja respecto a los deseos o intereses de los otros, sin tratarnos con la comprensión que merece todo ser humano. 

¿Qué quiere decir respetarte a ti mismo?

Considerarte como un ser humano con energía limitada: necesitas que prevalezcan tus necesidades y necesitas cuidarte. Eso supone no responder a todas las demandas que te hacen los demás: saber decir no para priorizar tus necesidades, cuidar con firmeza tu salud dándole gran importancia y promover el bienestar y disfrute por la vida en todos los niveles donde sea posible, ya que la calidad que das a tu existencia es la misma que los demás recibirán de ti, proyectándola en satisfacción, alegría y vigor para dar. 

Apóyate  a ti mismo con ideas objetivas y constructivas respecto a tu forma de ser y actuaciones. Genera autoconfianza y seguridad en lo que has logrado o puedes ir realizando, evitando los pensamientos negativos que te desacrediten y que generalicen sobre una incapacidad, devaluándote o repudiándote (mira el apartado de cómo cambiar los pensamientos negativos).

Sé razonable con las demandas que te impones, en cantidad y en grado, entiende que no eres perfecto, ni puedes hacerlo todo bien siempre. Ser realista y disfrutar lo que vamos logrando es mucho más saludable que exigirnos y presionarnos constantemente y no saber establecer límites.

Si vivimos bajo una presión excesiva de autoexigencia, si nada de los que hacemos nos parece suficiente deberemos cuestionarnos ese perfeccionismo, ¿no estaremos en realidad buscando una autoafirmación que nos haga demostrarnos que “valemos mucho” como personas y eso nos impulsa a vivir alterados de los nervios queriendo lograr metas al severísimo costo de afectar gradualmente la salud u otras condiciones de bienestar muy importantes? Pregúntate: ¿Tiene algún sentido estarme matando por esto?

¿Tiene algún sentido estarme «matando» por esto?

Valora tus necesidades en su justo nivel, no las menosprecies ni subestimes. Busca las relaciones, tu desarrollo y el entorno que promuevan tu bienestar. Puede ser que necesites amistades diferentes o acabar con una relación perjudicial para ti, mayor descanso, tiempo libre, un cambio de actividad, ayuda de los demás, etc.

Ponte en el lugar que te corresponde porque tu salud y felicidad están antes que la aprobación de los demás, “el qué dirán”, la obtención de alguna posición económica o estatus. En muchas ocasiones nos creamos necesidades para después terminar dependiendo o esclavizándonos por ellas.

Puedes mirar los problemas de relación de pareja, y el test del amor de Stemberg.

Dra. Elisa Urbano
Doctora en Psicología y Coach.